Homenaje al compañero Martin Hernandez compañero de medellin asesinado por los paramilitares

Un campo sin campesinos en las bases del Plan Nacional de Desarrollo 2010 – 2014



Freddy Ordóñez / Miércoles 19 de enero de 2011

Finalizando el año 2010, el Departamento Nacional de Planeación, DNP, dio a conocer el documento Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014. Prosperidad para todos1. En el texto se aborda la construcción de un modelo de ruralidad pensado desde las lógicas del capital2. El campo propuesto en el Plan Nacional de Desarrollo, PND, es funcional al mercado, principalmente externo, recogiendo lo hecho por Álvaro Uribe en sus administraciones3. El modelo de ruralidad que expone el texto para estos cuatro años, no es de “reforma agraria”, tal como lo quiere hacer creer el Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Juan Camilo Restrepo, sino es de descampesinización del campo, es decir el modelo de un campo sin campesinos4.

¿De dónde viene y hacia dónde va el campo colombiano?

El campo ha sido el escenario de la confrontación armada y desde donde ha salido el grueso de las más de cuatro millones de personas internamente desplazadas, lo que va unido con el abandono forzado y el despojo de bienes, presentándose, de un lado, el desplazamiento forzado y el despojo como consecuencia del conflicto; y por otro lado, el conflicto como consecuencia de la necesidad de desplazar y despojar, es decir en Colombia “no solo hay desplazados porque hay guerra, sino especialmente hay guerra para que haya desplazados”5.

El campesinado, los afrodescendiente y los indígenas han sido obligados a abandonar 5,5 millones de hectáreas correspondientes a sus tierras y territorios6, beneficiándose de esta situación empresarios nacionales y transnacionales, de la economía legal e ilegal, y el mismo Estado. Para el caso nacional, lo anterior ha sido llamado acumulación mediante la guerra7, y ha permitido configuraciones no campesinas de lo rural, adecuando “el campo a la nueva interrelación entre el latifundio especulativo y la inversión transnacional en infraestructura, especialmente vías de comunicación e industrias extractivas, agrícolas o forestales”8.

El campo sin campesinos se manifiesta en: el ofrecimiento de 47.767.887 millones de hectáreas (casi la mitad del territorio nacional) para exploración y explotación de petróleo en la Ronda Colombia 2010, de las cuales se adjudicaron alrededor de 9,5 millones de hectáreas; el interés por duplicar la producción nacional de carbón y de oro para el año 20199; y la proyección de aumento a la totalidad del área potencial en palma africana (3.273.282 Has.) y caña para etanol (3.891.221 Has.), cultivos que se encuentran en 357.047 y 31.401 hectáreas, respectivamente10; entre otras apuestas. Las anteriores cifras deben obligatoriamente ser comparadas con las dos millones de hectáreas, ofertadas por Santos para reparar a las víctimas del desplazamiento y el despojo.

En Colombia son asesinados el 60% de los sindicalistas asesinados en el mundo, por una violencia sistemática del Estado colombiano



Departamento de Derechos Humanos de la CUT


“ en Colombia se comenten el 60% de los asesinatos de sindicalistas que se presentan en todo el mundo (…) una violencia histórica, estructural, sistemática y selectiva que se convirtió en pauta de comportamiento del Estado colombiano: esta violencia deja por lo menos desde 1986, 2.778 sindicalistas asesinados, 196 desapariciones forzadas y más de 11.096 hechos de violencia, que constituyen un genocidio contra el movimiento sindical colombiano.”


La organización de las víctimas, paso fundamental para poner punto final a las prácticas genocidas

La violencia antisindical se da en medio de la persistencia de la crisis de derechos humanos, la continuidad del conflicto interno, la implementación de la política de “Seguridad Democrática” y la militarización de la sociedad, que muestra fenómenos de reincidencia en el actual momento de victimización de los jóvenes, niños y niñas como en el caso de Arauca por agentes del Estado; la denuncia de la Presidenta del Polo Democrático, Clara López, donde señala que del 7 de agosto al presente, han sido asesinados 50 líderes y defensores de derechos humanos, entre ellos, líderes que reclamaban la restitución de tierras; una nueva escalada de masacres, una diaria ocurrida en la semana del 8 al 12 de noviembre de 2010, lo que arroja como resultado una creciente victimización de la sociedad colombiana demostrando la persistencia de fenómenos como la parapolítica, el apoyo a la violencia por parte de algunos empresarios y multinacionales, los falsos positivos, las interceptaciones ilegales como el reciente y denunciado “Plan Escalera”, del pago ilegal de informantes por parte del DAS, para sustraer información de los sindicatos, la reorganización del paramilitarismo, la sostenida impunidad, la profunda crisis social en el empleo y la salud, empiezan a ser reveladas y no pueden ser ocultadas por el gobierno.

Una aclaración sobre las liberaciones unilaterales anunciadas por las FARC



No lo sé, no lo conozco, que tan lejos o que tan cerca estén las cinco personas que van a ser liberadas por decisión unilateral de las FARC, de los puntos geográficos de la entrega. Esa es una información que no se puede conocer con exactitud todavía. Lo que he dicho es que es PROBABLE que estén cerca, pero no lo puedo asegurar. Es más un deseo que una realidad conocida.

De lo que sí estoy seguro es que las FARC entregarán las coordenadas una vez esté cada uno en el punto geográfico donde serán entregadios a la misión humanitario, así ha sido siempre. Por eso, no debe ser motivo de preocupación que las coordenadas no estén aún en poder de la doctora Piedad Córdoba.











El salario mínimo en Colombia: Una reflexión desde el marxismo


Movimiento bolivariano por la nueva Colombia


Luego del intento fallido de “concertación” entre empresarios y trabajadores, y de que el gobierno decretara inicialmente en un 3.4% el aumento del salario para por lo menos tres millones de colombianos, la noticia ahora es que el presidente Santos en una muestra de generosidad (y en vista de que la inflación superó los estimados oficiales), reculó y dijo que el aumento debería ser del 4%.

Las reacciones no se hicieron esperar. Algunos sectores de los trabajadores dijeron entusiasmados que ese era “un triunfo” de la combativa clase obrera colombiana; los empresarios por su parte se lamentaron y con sinceridad expresaron que estaba en riesgo la generación de nuevos empleos en el país; los medios- voceros del régimen-, saludaron el noble gesto del ejecutivo, ratificando la senda de la supuesta “prosperidad democrática”.
Sin embargo, todos (incluidos irónicamente los mismos trabajadores) “olvidan” algo esencial: El capital (y su consecuente acumulación en pocas manos), es resultado del robo, de la expropiación que los propietarios de los medios de producción (empresarios) hacen del trabajo “excedente” del obrero, es decir, de la extracción de plusvalía.

La configuración histórica del capitalismo, se ha basado y se basa, como lo explicara claramente Marx, en la explotación del hombre por el hombre. Si hoy existe en Colombia una clase social acomodada que reniega y se resiste violentamente a distribuir equitativamente la riqueza, es por que históricamente se ha apropiado de los frutos del trabajo ajeno.

Ahora bien, en la actual discusión sobre el aumento del salario mínimo, se parte de un supuesto equivocado: creer que el contrato laboral (en vía de extinción) es un acuerdo libre y voluntario entre iguales. El empresario ofrece una cierta cantidad de dinero, a cambio, el trabajador aporta su “fuerza de trabajo”. En este razonamiento se desconoce que la “fuerza de trabajo” es la única mercancía que se “reproduce”- valoriza- en el proceso de producción, a pesar de ello el trabajador solo obtiene lo mínimamente necesario para sobrevivir en un medio social agreste y con la presión de un “ejército industrial de reserva” (desempleados), que estarían dispuestos a ocupar su lugar a menor precio.

Al respecto, no faltarán quienes digan que esas son las leyes naturales del mercado, que no tendría gracia invertir cierta cantidad de capital para no ganar nada, que los dueños de las empresas e industrias tienen derecho a obtener réditos de sus inversiones, sin embargo llegamos al mismo punto de antes: Al trabajador solo le “pagan” el “tiempo de trabajo socialmente necesario” para producir cierto tipo de mercancías, el resto de tiempo que este pasa en la fábrica y en el cual sigue produciendo se lo roba el dueño de la misma.

Desde esta perspectiva se comprende entonces, que la riqueza y el bienestar de unos pocos, es directamente proporcional a la miseria y el malestar de muchos otros. Las diferencias y la lucha de clases son una realidad inocultable.

Finalmente, cabe señalar otra falacia, propia de la modernidad burguesa: la farsa de la concertación. Los intereses de los empresarios y los intereses de los trabajadores son diametralmente opuestos, su relación, es una relación conflictiva, contradictoria. Es una lástima que las centrales obreras se presten para este espectáculo cada fin de año, cuando deberían estar organizando y preparando a las masas trabajadoras para que junto a los demás sectores del pueblo, se enruten hacia la conquista de verdaderos objetivos.

En el Movimiento Bolivariano, estamos comprometidos con la construcción de una Colombia nueva, donde la justicia social sea la garantía para una paz verdadera.