El peor accidente de una planta nuclear en la historia


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La mascarilla y los tres monitores de radiación que llevo puestos son sombríos recuerdos de que me encuentro en el sitio del peor accidente nuclear de la historia. El 26 de abril de 1986, a las 1:23:44 a.m. hora local, unas explosiones destruyeron el reactor nº 4 de la planta de energía nuclear Chernóbil, liberando aproximadamente 400 veces más radioactividad que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima, según el Organismo Internacional de Energía Atómica.

Ahora, casi 25 años después del desastre, el gobierno ucraniano ha abierto oficialmente el área al turismo. ¿Pero cuán segura es exactamente la zona?

Radiación

Después de las explosiones, no quedó claro cuánta contaminación había en los alrededores, por lo tanto las autoridades declararon una zona de exclusión de 30 kilómetros de distancia del reactor, y aproximadamente 150.000 personas fueron evacuadas del área. Esa “zona de exclusión” está ahora abierta al turismo.

Fui a Chernóbil con el experto en protección radiológica del Centro de Investigación de Medicina de la Radiación en la Academia de Ciencias Médicas de Ucrania y sus colegas. Un coche va y viene todas las semanas a recoger muestras de heces de los trabajadores para buscar plutonio que puedan haber absorbido accidentalmente. (La ciencia, como el periodismo, puede ser un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo.)

El mundo está bañado normalmente en un bajo nivel de radiación. En Kiev, donde comencé mi viaje, uno recibe normalmente 0,1 millonésimo de un sievert por hora. Es más o menos el nivel de radiación que vimos en camino durante el viaje de cerca dos horas, de 150 kilómetros, hacia la zona de exclusión, pero la lectura en nuestro dosímetro aumentó temporalmente a 4,76 millonésimos de un sievert por hora cuando nuestro coche pasó por el antiguo camino de la columna radioactiva del reactor destruido.

La seguridad del área después del accidente depende actualmente de qué material radioactivo fue liberado y adónde se dirigió. Hay cuatro tipos de radionúclidos o isótopos radioactivos que causan especial preocupación en el lugar. El yodo 131 es rápidamente absorbido por la glándula tiroidea y aumenta el riesgo de cáncer de tiroides infantil. El cesio 137 imita al potasio dentro del cuerpo, buscando músculos. El estroncio 90 actúa como calcio, va a los huesos. El plutonio 239 y otros isótopos pueden permanecer indefinidamente en el cuerpo, irradiando los órganos.

Estos cuatro materiales escaparon de las explosiones a diferentes distancias, dependiendo de factores como su masa y sus puntos de fusión. El yodo 131 y el cesio 137 se transportaron ampliamente a cientos de kilómetros, mientras el estroncio 90 permaneció en el polvo a sólo 30 kilómetros de la planta eléctrica y el plutonio viajó solo unos cuatro kilómetros.

El yodo 131 decae rápidamente, y virtualmente había desaparecido del entorno a los tres meses, dice Chumak. Sin embargo, el cesio 137 y el estroncio 90 tienen vidas medias de aproximadamente 30 años, lo que significa que cada uno puede tardar aproximadamente tres décadas para que la mitad de su material se desintegre espontáneamente, y el plutonio 239, uno de los principales isótopos de los reactores nucleares, tiene una vida media de más de 24.000 años.

Después del desastre, los trabajadores de emergencia, apodados “liquidadores”, y las fuerzas naturales ayudaron a reducir los niveles de radiación llevada por el aire. Los liquidadores rociaron detergentes y soluciones aglomerantes parecidas al látex desde helicópteros y automóviles para aglutinar los contaminantes. Las carreteras se pavimentaron para cubrir el polvo radioactivo, mientras los arados dieron vuelta a la tierra para enterrar la que estaba contaminada. Mientras tanto, la lluvia contribuyó a que los contaminantes penetraran en el suelo.

La zona de exclusión posiblemente ya era segura para el turismo “unos cinco años después del accidente” dice Chumak. Sin embargo, el que uno pueda visitar el área no significa que toda sea segura para desplazarse. Hay sitios peligrosos que siguen estando muy contaminados, especialmente en el camino de la columna radioactiva. Se controlará estrictamente a qué lugares se permitirá la visita de los turistas y cuánto tiempo pueden permanecer en ellos para mantener bajos sus riesgos de exposición.

Y hay algunos sitios que siguen siendo demasiado peligrosos para que los visiten los turistas, por ejemplo el sarcófago.

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